miércoles, 22 de enero de 2014

La ciudad eterna

Mi primera visita a Roma, estuvo llena de momentos que aseguro no podré olvidar, una ciudad que me cautivo por sus olores, arte, comida, cultura y su gente

Foto: Blog Laberinto Quimera 
Después de nueves horas de vuelo, el 26 de diciembre llegué a Roma con ansias de empezar a recorrer toda la ciudad. Una vez instalada en el hotel que quedaba a una cuadra de la Piazza del Popolo, mi primera parada fue en el Café Canova, donde a simple vista en la vitrina se podía ver una variedad de paninis que parecía que tenían como una semana ahí, pensé que tal vez había caído en un “tourist trap”, cuando probé mi panini de capresa, me di cuenta que no había lugar en el que pudiera comer mal en esa ciudad, el pan era el mejor que había comido en mi vida, la frescura del queso y el tomate eran inexplicables, llena de emoción decidí continuar mi caminata por la ciudad.

La Via del Corso, una de las calles más importantes del centro histórico de Roma, estaba adornada con unas luces que hacían alusión a un mar de arco iris sobre la gente, llena de tiendas de marca europeas y de turistas que circulan a lo largo de la vía.

Segundo día: El Vaticano, nunca había visto tanta inmensidad en un solo lugar, Miguel Ángel, Bernini, Bramante, Rafaello, hicieron obras magníficas que solo había visto en Historia Universal en el colegio, en pequeñas imágenes; no podía creer que en la vida real la obra de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina era mucho más pequeña de lo que había visto en internet, me tomó 20 minutos para detallar todo el techo y aun así quería seguir detallandola pero los polícias que mantenía el control en la capilla, “¡avanti, avanti!” obligaba a la gente a seguir avanzando y salir de ahí.

Cinco días me quedaban en la ciudad eterna, Piazza Spagna, Fontana Di Trevi, El Coliseo, El Panteón,  el Monumento a Vittorio Emanuele, todas estas obras arquitectónicas lograban hacerme diminuta frente a tanta inmensidad, rodeada de tanta historia que vi en libros y en clases del colegio y universidad, ahora la estaba viendo con mis propios ojos.

Todos los días comía hasta sentirme mareada de estar tan llena, no quería dejar de probar cada plato que llegaba a la mesa, un plato era más rico que el anterior, la compañía del vino hacía que la cena de cada día fuera una exquisitez que no quería que se acabaran los platos.

Por otro lado pude apreciar que los romanos, son gente amable muy apegada y orgullosa de su cultura, en ningún momento sentí que no pudiera entender otra cultura que no fuera la mía pero puedo asegurar que nosotros los venezolanos tenemos más descendencia de los italianos que de los españoles.

miércoles, 15 de enero de 2014

El día a día de una nana

Un día como cualquier otro, Marla de sesenta y tres años de edad se despierta con el sonido de su despertador que marca las 6 de la mañana, con un incómodo dolor en la espalda que tiene molestándola desde hace varios días se levanta para ducharse y colocarse su uniforme de enfermera que deja preparado la noche anterior, el de hoy es color azul y el pantalón blanco. Lista para empezar el día, se dirige al cuarto de Maia para levantarla, mientras la niña se coloca su uniforme, Marla sin perder tiempo va directamente al cuarto de al lado donde se encuentra Eric el niño consentido de la casa, que se levanta con una sonrisa todas las mañanas cuando su “nana” lo despierta con una voz muy dulce “buenos días mi rey, ya es hora de levantarse”, estas palabras van unidas con unas caricias sobre la espalda del niño. Así es la primera hora del día de cada día de Marla.

Marla de nacionalidad colombiana quien se ha dedicado por treinta años a cuidar niños de familia de horario fijo, comenta que los niños son su adoración pero que aunque uno crie a estos niños, ellos crecen y luego se olvidan de todo lo que uno vive con ellos. Con una expresión de tristeza relata que trabajar como enfermera le encanta pero lamentablemente es un oficio que la aleja de sus familiares ya que las vacaciones de diciembre o de verano que son la oportunidad de reunirse con sus seres queridos, siempre tiene que viajar con la familia que trabaja, es emocionante, con cada familia con la que ha trabajado ha viajado por todo el mundo pero lo que realmente la ata a tener que entregar sus vacaciones es la necesidad de mantener económicamente a su familia.

Una vez que los niños han desayunado, toma a los niños cada uno en una mano, a Maia la coloca en el asiento de atrás del carro, lista para que el chofer la lleve a su colegio, mientras que su pequeño hermano se despide eufóricamente gritando “chao emana!”, viendo salir el carro blanco del estacionamiento, Marla carga a Eric y sale al preescolar de al frente para entregarlo a su profesora que lo espera todas las mañanas.

Mientras que los niños se encuentran en el colegio, Marla reúne toda la ropa sucia que debe lavar y dejar lista para el día siguiente para la señora que viene dos veces por semana a planchar, si le queda un tiempo libre, llama a sus familiares para saber como se encuentran o si hay alguna novedad en su país de origen.

Los pequeños de la casa regresan alrededor de la 1 de la tarde con un hambre atroz que algunas veces se transforma en pataletas incontrolables que Marla tiene que calmar rápidamente sirviendo la comida, durante la tarde cada niño tiene una actividad extracurricular en las cuales la madre y Marla se reparten para acompañar a cada niño a su debida actividad. Después de un día lleno de dinámica los pequeños regresan cansados a la casa listos para tomar un baño e ir a la cama a descansar, así finaliza un día más en la vida de Marla, sin ninguna sorpresa y de cansancio acumulado pero preparada para el que le espera mañana.